Me estrechó entre sus brazos.
Y bostezó.
-Estás cansando, tienes que irte a casa.
-No, no quiero irme. Quiero quedarme contigo.- dijo con voz de niño pequeño encaprichado con algo.
-No señor, no. Vas a ir a dormir ahora mismo.
-Nooooo.
-Vamos, a dormir. Por favor.
Le puse mis mejores ojos de perrito abandonado.
-Hazlo por mí.
-Es que si pienso en ti, no podré dormir.
-¿Tan fea soy que doy pesadillas?
Rió y me abrazó más fuerte.
-¡Vamos! Sabes que no lo decía por eso.
-Lo sé. Pero ve a descansar.
-Si es lo quieres, iré.
-¡Gracias! Lo dices como si te estuviera castigando, cuando lo único que quiero es lo mejor para ti. A ver si te crees que yo quiero separarme de ti…
-Eso no va a pasar.
-Claro que no. A dormir.
Me besó.
-Hasta mañana.
-Adiós. ¡Y adiós a vosotros también, chicos!-les despedí con la mano.
-¡Adiós, Cris!-me respondieron ellos, despidiéndose con la mano.
Danny tiró para allá, y yo me metí en casa.
Sara lo había estado viendo todo por la ventana.
-¡Dios, qué bonitos que sois los doooos!
-¿Más que tú y Dougie?
-Eso es discutible.
Nos miramos y nos empezamos a reír. Después, comenzamos a saltar y a hacer el cabra.
-Bueno, creo que tenemos que irnos a dormir.
-Sí, creo que sí.
Nos fuimos a acostar.
Me tiré en mi cama y me cubrí la cara con las manos.
¡Dios! No me podía creer que me hubiera lanzando tanto y hubiera besado a Danny.
Me puse a gritar en bajito y a dar patadas en la cama de pura emoción.
Cuando me cansé, me dispuse a dormir.
Estaba más dormida que despierta cuando oí unos golpes.
Entonces, algo entró por la ventana.
Era un zapato.
-¿Pero qué…?
Me asomé.
-¡Cris!
-¡Danny! ¿Pero qué haces?
-¡Es que no podía esperar hasta mañana para volver a verte!
Me reí.
-Y me tiras un zapato…
-¡Es que no sabía cómo llamarte! ¡Nunca me diste tú móvil!
-¡Es cierto! Mañana te lo doy. ¡¿Pero no te dije que te fueras a dormir?!
-¡Sí, pero no podía dormir sin verte!
-¡Oins!-le lancé un beso.
Lo cogió al vuelo.
-¡Epa, mío!
Sonreí.
-Aún tengo tu zapato.
-¡Ah! Tíralo.
-No quiero, sube tú a por él.
-Es que como suba, no bajo.
-Bueno… ¿y quién ha dicho que quiero que bajes?
Sonreímos.
-La puerta está abierta.
-Allá voy.
Me senté en mi cama, esperándole.
Al instante, se abrió la puerta y Danny entró.
-Qué rápido.
-Para lo que me interesa, sí.
-Toma tu zapato.
-No sé por qué le llamamos zapato, si es una zapatilla.
-Y yo no sé qué hacemos hablando de esto a las…
-…dos y media…
-…de la mañana.
Nos reímos.
Hablamos, hablamos, nos reímos, hablamos y hablamos hasta que los primeros rayos de sol empezaron a penetrar en la habitación.
-¡Danny, vete a dormir!
-Claro, ahora, ¿no? Ya me quedo a desayunar.
-No has dormido nada. Me siento culpable.
-No tienes por qué. La culpa es mía. Fui yo el que quería verte.
-Sí, pero fui yo quién te incitó a subir.
-Sí, y luego a no dejarme bajar.
-¿Ves? Soy culpable.
-Culpable o no, yo te quiero igual.
-¡Oh!
Se me saltaron los colores.
-¡Y encima te sonrojas!-rió.
-¡Déjame!-le dije, mientras le pegaba con la almohada.
-¡Agresiva!
Después de reconciliarnos con un par de besos y abrazos, bajamos abajo, cogiditos de la mano, saltando como Heidi.
Desayunamos entre risas, abrazos y algún que otro pellizco.
En estas estábamos cuando Sara bajó.
-¡Hola!
-¡Hola, S!
-¡Eh, pero si es Danny!
-Sí, se ha quedado a “dormir”.
-Que de dormir ha tenido poco.
-Pues sí.
-¿Por qué, qué habéis hecho?
-Hablar-dijimos mutuamente.
-Pues que aburridos que sois.
-Así nos va.
Nos reímos.
-Bueno, creo que tengo que irme. Estos me van a echar de menos.
-¡No quiero que te vayas!
Le agarré con desesperación.
-Pero si nos vamos a ver luego…
-Luego es dentro de mucho. Yo te quiero ahora.
Rió.
Le solté.
-Bueno, si tienes que irte, lo entiendo.
-¿Y dónde está la desesperación de antes?
-A veces, me dan unos prontos muy dramáticos.
-Ya veo.
-Te acompaño a la puerta.
Se despidió de Sara.
Llegamos a la puerta.
-¿Seguro, seguro que luego vas a volver?
-Te lo prometo.
Selló su promesa con un beso.
-Creo que deberías prometerme cosas más a menudo.
Se rió.
-¿Sí, no? Cuando quieras.
Se dio la vuelta para irse.
-Oye, una cosa…
-¿Si?
-Si se te vuelve a acercar el pulpo de ayer, me lo dices.
Puse los ojos en blanco.
-De acuerdo.
Le despedí con la mano y entré en casa.
Me tiré sobre el sillón.
-Tengo sueño.-me quejé.
-No te quedes hablando hasta tan tarde.
-Pero es que quiero.
-Pues luego atente a las consecuencias.
-Ahhhh.
-Vamos, levanta.
-¿Por qué?
-Tenemos que ir a comprar.
-Ve con Dougie. Yo quiero dormir.
-Con Dougie me voy luego. Ahora tenemos que ir a comprar.
Bostecé.
-Vale.
Salimos afuera y miré hacia el cielo.
-Hum, parece que hay nubes.
-Sí, dicen que va a haber tormenta.
-¿Qué, tormenta?
-Sí.
-Buff…
Fuimos a comprar, compramos y volvimos.
-¡Bien! Por fin voy a poder dormir.
-Ni hablar, tienes que ayudarme a colocar las cosas.
Las colocamos.
-¡Bien, por fin voy a poder dormir!
-Sí, ahora sí.
Me tumbé en el sillón del salón y me quedé profundamente dormida.
Como a las siete o así, me desperté, porque notaba algo frío en el brazo.
Cuando abrí los ojos, vi a Dougie pasándome un cubito de hielo por todo el brazo.
-¡Yo a ti te mato, Doug!¡Qué frío!¡Qué malo eres!
Este se reía a carcajadas.
Empecé a ahogarle.
-¿Pero vosotros no podéis dejar de hacer el payaso?
-Déjanos, S, para algo que se nos da bien…
-Eso, eso.
-Bueno, Cris, que nos vamos.
-Vale.
-Te quedas sola.
-Una ya se acostumbra a estas cosas, Doug.
-Verás como Danny no tarda en venir. En cuanto salgamos por la puerta, aparecerá.
-¡Anda ya!
Se fueron. Nada más cerrar la puerta, se oyó el timbre. Era Danny. Dougie me daba miedo.
-¡Danny!-le abracé.-¡Has venido a mí!
-Sí, por una vez, sí.
-Quiero que sean más.
-Lo serán.
-Vale, pero pasa, pasa.
Pasó.
Nos pusimos la tele.
-¡Mira, pero si es la peli de Scream!
-¿Ese con la cara amorfa?
-Sí Cris, sí. Cara amorfa…-rió.
-Voy por algo de cenar.
-¡Pero espera, que ahora viene lo mejor!
-¿Cuándo apuñalan a alguien?
-¡Sí!¿Cómo lo has sabido?
Me encogí de hombros.
Cenamos mientras veíamos la película.
De pronto, se fue la luz y con ella, la tele.
-¡No! ¡Ahora no! ¡Justo en el final!
-¡Ahhh!-grité yo.
-Tranquila.-Danny me pasó el brazo por los hombros.
-Voy por unas velas o una linterna… ¡o algo que alumbre! Tú quédate sentado, no vaya a ser que te vayas a caer y te hagas daño.
-Oh, cómo me cuidas.
Me levanté y empecé a rebuscar por los cajones. Encontré unas velas y me di la vuelta, entonces, algo me enganchó.
-¡Ahhh, es Scream!¡Ha venido por mí!
-¡Voy en tú rescate!
Al instante, tuve a Danny a mi lado.
-Pero si solo te has enredado con la cortina.
-Pues desde aquí se parecía a Scream.
Se empezó a reír.
-Jo, no te rías. O también podría haber sido el desaprensivo de Ryan…
-Eso ya me preocupa más. Como me entere de que vuelve a rondarte… le lincho.
-¡Anda ya! No seas tú agresivo.
Nos reímos.
Afuera, empezó a llover más fuerte.
-Bueno, Sara y Dougie estarán al caer, será mejor que me vaya…
Se dio la vuelta.
Con desesperación, le agarré de la cintura por detrás.
-¡No te vayas, Danny! ¡Quédate! Duerme conmigo esta noche.
-¿Quieres que me quede?
-Sí, quiero.
-Vale, me quedaré.
Le solté, complacida.
Se dirigió al sillón.
-Creo que no has entendido, Danny. Dormir, conmigo, en mi cama, arriba.
Me miró a los ojos.
-Por favor.-le pedí y le abracé.
-Vamos.
Y subimos arriba.
soy la primera en comentar(A)
ResponderEliminarME ENCANTA EL SIGUIENTE!(L)
Me encantaa que monos *_*
ResponderEliminarOMG! Se pueden ser mas monos! (L) Haber que van a hacer por la noche! xD
ResponderEliminarSube el siguiente X_x
Que empiece la fieeeeeeeeeeeeeeeeesssssssssstaaa!!!! xD
ResponderEliminaraawwwn como se puede seer tan monoos?¿ *·*
ResponderEliminarMee encantaaa!:D
Joder, me encanta! *______*
ResponderEliminar