sábado, 1 de octubre de 2011

~Capítulo 25~

Ya era por la tarde, y no sabíamos qué hacer.

Tía Francisca se había apostado con su silla en la entrada de mi puerta, y vigilaba cada uno de nuestros movimientos.

-Tía…¿en serio crees que es necesario eso?-le pregunté.

-Si hija, es que sois más interesantes que las novelas.

Puse los ojos en blanco.

Cuando anocheció, salimos a pasear con Kate.

Tía Francisca insistía en acompañarnos, pero la cerré la puerta en las narices.

Cogidos de la mano y con Kate andando libremente por ahí, echamos a andar.

-Me gusta tu familia, son agradables.

-Sí, bueno… al menos lo intentan.

Rió.

Llevaba tanto tiempo sin pasear por allí que me perdí. Si no hubiera sido por Kate, que se conocía el camino, quizá nunca hubiéramos sido capaces de dar con mi casa.

Volvimos, mucho más contentos y despejados.

-Habéis venido justo a la hora de cenar.-nos dijo mi madre.

-Nosotros somos así.-la respondí.

Ayudé a mi madre a poner la mesa mientras Danny y mi hermano hablaban sobre fútbol, mi padre leía el periódico y Tía Francisca veía algo así llamado “Atrapa un millón”.

-Bueno, todos a cenar.

Todos nos sentamos a la mesa. Yo estaba sentada entre Danny y mi hermano, que parecía que habían congeniado bastante bien.

-Y bueno Cris, querida…¿qué es de mi hija Sara? Ella no es como tú, no llama nunca a su pobre madre…-me dijo tía Francisca.

-Está bien, tía. Cuida mucho de mí. Tiene también un novio.

-¿Qué? ¿De verdad?

-Sí, conozco al chico y es todo un amor. Les va muy bien juntos.

-Haber cuándo me lo presenta…

-Supongo que cuando ella vea apropiado,tía.

-Entonces no será nunca.

-E hija…dime…¿cómo nació lo vuestro?-me preguntó mi madre.-Tenéis que tener una historia.

-¡Mamá! Dejar de interrogarme, por favor.

-Vale, vale, ya te dejamos cenar en paz.

-Gracias.

Cuando hubimos acabado de cenar, le contamos a mi madre todo lo que quiso saber y más y nos pusimos a ver “ Atrapa un millón” con tía Francisca. Al final, yo y mi hermano teníamos 20.000 €, mis padres y tía Francisca nada y Danny el millón intacto.

Decidimos irnos a dormir.

-¿Crees que cabremos los dos en mi diminuta cama?-pregunté.

-Sí, si nos acurrucamos mucho.

-Entonces, por mí, perfecto.

Nos metimos los dos y nos acurrucamos todo lo humanamente posible.

-Me gusta dormir contigo.-le confesé.

-Nunca nadie me había dicho eso, salvo Dylan, mi mono de peluche.

Reí, divertida.

-¿Cuánto vamos a quedarnos aquí?-pregunté.

-¿Acabamos de llegar y ya quieres irte?

-Sí.

-Pero es tú casa…

-Pero quiero irme. No quiero estar con mis padres. Quiero estar solo contigo. Ahora, mañana y siempre.

-Me dices cosas demasiado bonitas.

-Porque tú eres demasiado bonito y te las mereces.

Me abrazó.

-No me sueltes.-le pedí.

-Jamás lo haría.

-¿Y ahora quién es el que dice cosas bonitas?-sonreí.

Él sonrió también.

-Entonces te pediré algo.

-¿Qué quieres?-le pregunté, curiosa.

-¿Te quieres venir a vivir conmigo?

Me incorporé.

-¿Qué?

-Si no quieres, lo entiendo, porque claro yo…

-¿Vivir contigo? ¡Claro que sí! ¿Cuándo puedo mudarme?

Se le iluminaron los ojos.

-¿Me lo estás diciendo en serio?

-¡No he hablado más en serio en mi vida!

Me abrazó con más fuerza y me besó en la frente.

-No padres, no Dougies, no Toms, no Harrys, no Saras, solo tú y yo…-me dijo.

-Aún no puedo creerlo.

-Créelo, es un futuro juntos.

-Hoy nos estamos diciendo cosas demasiado bonitas.-le dije.

-Porque nosotros somos demasiado bonitos.

Reí.

Nos volvimos a tumbar y me estuvo hablando sobre la casa que tenía.

-¡Ah! ¿No vivís todos en esa casa?

-No, esa es la casa de Tom. Vamos por cortos períodos de tiempo, sobre todo cuando tenemos que hacer conciertos nos solemos quedar en su casa, pero yo tengo una propia.

-Más, más, cuéntame más.

Y contándome más cosas de su casa me quedé dormida.

Nos despertó Kate, que se tiró sobre nosotros ladrando y dando puñetazos.

-¿Qué le pasa?-preguntó Danny adormilado, mientras uno de esos puñetazos de mi perra le impactaba en el ojo derecho.

-Ah, es que normalmente la sacan a pasear a esta hora y como he vuelto…querrá que sea yo quien lo haga.-respondí.

Me incorporé y por toda respuesta mi perra me dio una colleja.

Me levanté.

-Quédate durmiendo si quieres, puedo sacarla yo.

-No, si tú vas, yo también.-dijo, levantándose.

-Si tú saltas yo salto, Jack ¿recuerdas?-dije, poniéndole ahínco, interpretando a Rose en Titanic.

Nos reímos, nos vestimos y sin lavarnos la cara (¿para qué? Si ya nos conocíamos) salimos a pasear con Kate.

Cuando volvimos, todo el mundo se había levantado y olía a desayuno.

-¿Cuándo le vas a decir a tú madre que te mudas conmigo?-me preguntó Danny.

-Pues…¿en la cena, te parece bien?

-Perfecto.

Fuimos a desayunar con mi familia.

-¡Eh, pareja!-nos saludó mi padre.-¿Qué tal habéis dormido?

-Bien, papá, bien. Hasta que Kate entró y nos linchó.

-Muy propio de ella.

-Bueno…¿qué tenéis pensado hacer hoy?-nos preguntó mi madre.

-Mamá, yo no te pregunto qué vas a hacer con papá…

-Pero hija… es que esto es tan nuevo para nosotros…tú con alguien… te nos haces tan mayor….-casi se le saltaban las lágrimas de la emoción.

-Anda, Danny, vámonos. Haremos turismo.

-¿Y dónde comeréis?

-En algún sitio, Danny tiene que probar la gastronomía española.

Y con esto y un bizcocho, Danny y yo nos fuimos.

Nos hicimos fotos con el Palacio de los Deportes (bueno, el palacio salía por detrás de las fotos) y después nos fuimos a Callao. Danny tuvo que ponerse unas gafas y una gorra para que no le reconocieran pero aún así una niña en pañales en un carrito no paraba de señarle. Entramos a todas las tiendas, lo miramos todo y nos fuimos a la Plaza del Reloj.

Nos moló mucho y nos hicimos muchas fotos. También fuimos al Retiro y nos perdimos en la inmensidad del parque. Nos fuimos de allí con la promesa de que la próxima vez alquilaríamos una barquita.

-¿Y ahora dónde vamos?-me preguntó Danny.-Madrid es muy divertido.

-Vas a probar algo que aquí nos gusta mucho.

-¿La siesta?

Reí.

-Casi.

Le llevé a la Plaza Mayor.

Entramos a un bar, le hice sentarse y al rato le puse en las manos un bocadillo de calamares.

-Prueba.

Me miró con desconfianza.

-¿Esto se come?

Reí.

-¡Claro, vamos, prueba!

Así lo hizo. Después de ese, fueron dos más.

-Pues…parece que te ha gustado el bocadillo de calamares…¿no?-pregunté.

-¡Dios, sí!

Nos fuimos y miré el reloj.

-Vaya, ya es por la tarde.

-Volvamos a casa, hay que ver el programa ese que vimos ayer. Era muy divertido.

-No me digas que te gusta “Atrapa un millón”…

-¡Sí!

Nos reímos y volvimos a casa. Me sorprendió ver que había alguien esperando en ella.

-¿Virginia?-pregunté, al ver la cabeza rubia de mi amiga sentada en el sillón.-¿Sergio?-reconocí el pelo castaño de este al lado de mi amiga.

-¡Cristina!-esta vino corriendo hacia mí y me abrazó. No entendía nada.

-H-hola…¿qué hacéis aquí?

-Queríamos disculparnos por lo ocurrido hace tiempo, supimos que habíais venido y, bueno…Hola, Danny.

-¿Qué hay?

Respiré más tranquila, ahora que habíamos hecho las paces. Nos pusimos los cuatro a hablar y así fue como descubrí que ella y Sergio estaban juntos, que hace dos semanas que no llovía allí en Madrid y más cosas.

-Bueno, tenemos que irnos.-dijo Vir, mirando el reloj de Sergio.

-Tenemos que quedar un día. ¿Qué os parece mañana?

Danny y yo nos miramos.

-Claro, mañana está bien.

-Sí, perfecto.

Les acompañamos a la puerta.

-Chicos, de verdad, es un placer haberos recuperado.-dije.

Ellos sonrieron y se fueron.

Volvimos al salón con mi familia y vimos “Atrapa un millón”, pero esta vez Danny lo perdió todo en la cuarta pregunta y yo me quedé con diez mil euros. Tía Francisca nos chinchaba a todos porque ella se había quedado con el millón.

Después de eso, ayudamos a mi madre a preparar la cena y nos sentamos todos dispuestos a cenar.

-Se lo vas a tener que decir-me susurró Danny al oído mientras cenábamos.

-¿Decir qué?-preguntó Tía Francisca, que se había sentado al lado de Danny. Vieja cotilla.

-Quería anunciar una cosa…-dije, separándome un poco de la mesa.

-¡Estás embarazada!-dijo mi madre, señalándome con el dedo acusadoramente.

-¡No!¡¿Cómo te atreves a decirme eso?!

-¡Ah, hija, qué susto, por Dios!-mi madre se relajó.

-Hijos, hijos es lo que hace falta en esta familia.-dijo Tía Francisca, asintiendo con la cabeza.

-No, lo que quería decir era que me voy a vivir con Danny. A su casa.

Ala, ya estaba el mal hecho.

-¿De verdad?-mi padre y mi madre se miraron.-¡Eso es estupendo!

-¡Se nos hace tan mayor!-mi madre rompió a llorar.-¡Se nos va de casa ya!

-Mamá… no llores, mujer…-dije, muerta de vergüenza.

-Es que me haces tan feliz.-dijo mi madre.-¡Es una noticia estupenda! ¿Y cuándo os vais?

-Pasado mañana.-contestó Danny.

Mi madre lloró otra vez.

-¡Y se van pasado mañana…!

-¡Pero vendremos a verte o incluso alguna vez podrías visitarnos tú!-dije, tratando de tranquilizarla.

-¿En serio?

Danny y yo asentimos. Entonces se quedó más tranquila.

La ayudamos a recoger y después volvimos a mi cuarto.

-¿Necesitas llevarte muchas cosas?-me preguntó.

-No, la mitad de la ropa me la he dejado en casa de Sara y todo lo que me llevé sigue allí, que era lo importante, aunque sí necesitaré algunas cosas.-dije, y comencé a despegar de la pared un póster de Edward Cullen que tenía.

-¿Para qué quieres un póster de Robert Pattirson?-me preguntó.

-Porque me gusta mucho Crepúsculo-dije, mientras quitaba el de al lado, que era el cartel promocional de Eclipse.-Pero no le cambiaría por ti.

-Entonces te permito llevártelos.

-Lo iba a hacer aunque no me dejaras.

Me empezó a hacer cosquillas.

-Lo sé y por eso te dejo.

-Ya, claro, me dejas porque sabes que aún no dejándome yo lo haría.

Nos reímos al no entendernos.

Después de recoger todo lo supuestamente necesario para mi nueva vida para con Danny nos fuimos a dormir.

El día siguiente fue normal. Acabamos de coger todo lo elemental y, por la noche, nos fuimos a tomar algo con Sergio y Virginia.

-¿Qué os vais a vivir juntos?-dijo esta, con su habitual voz de pito.-¡Eso es fantástico! Dentro de nada os vemos casándoos, para cuando eso, tenéis que invitarnos.

-¡Anda, calla!-dije, riendo y dándola una colleja.

Nos despedimos de ellos y nos fuimos a casa, donde nos fuimos a dormir pronto.

A las ocho de la mañana nos despertamos, nos despedimos de mi familia, con la promesa de que los llamaría a menudo y nos fuimos al aeropuerto. Como a cosa de las nueve cogimos el vuelo y, muy entusiasmados, nos pasamos todo el vuelo hablando de la nueva vida que íbamos a empezar juntos.

Fue toda una sorpresa cuando, al aterrizar, vimos a Tom y a Harry esperándonos allí.

-¡Chicos!-grité, mientras iba corriendo a abrazarlos. Me recibieron con los brazos abiertos.

-¿Qué tal, Cris?-me preguntó Tom, con una sonrisa.-¿Qué hay, Danny?

Todos nos saludamos.

-¿Y Dougie?-pregunté, mientras Tom conducía de camino a casa.

Ambos se pusieron serios.

-Está en casa.

-¿Qué le pasa?

-Sara y él…han roto.

-¿Qué? ¿Por qué?

Tom se encogió de hombros.

-No sabemos más, solo eso, que han roto. Dougie está bastante mal y Sara…no sabemos, se metió en su casa y no la hemos vuelto a ver.

-¿Cuánto hace de eso?

-Dos días.

-Vaya…

-Pues menudo momento que hemos elegido para esto, Cris.-me dijo Danny.

-¿Para qué?-preguntaron.

-Ah, se nos olvidó comentar que vamos a vivir juntos.-dijo Danny, hinchando el pecho, orgulloso.

Harry se giró y me miró.

-Cris, ¿cómo te engañó para que aceptaras?

-No me engañó, yo acepté sin presiones.

Y nos reímos.

Llegamos a la casa. Miré ambas casas.

-¿A cuál debería ir primero?-pregunté, confundida.

-No te separes de mí.-me pidió Danny.

-Voy contigo. ¿Crees que Dougie querrá hablar conmigo?-le pregunté a Harry, preocupada.

-Puedes intentarlo, no pierdes nada.

-Así lo haré.

-Está en su habitación.

Subí, decidida.

Di unos suaves golpes en la puerta, abrí y metí la cabeza.

Dougie estaba sentando en la cama.

-¿Puedo pasar?-pregunté.

-¡Cris!-dijo.

Entré y le abracé.

-¿Qué tal? Ya me han contando que…

-Sí, bueno…

-¿Y…hay un por qué?-pregunté.-Si no quieres decírmelo, lo entenderé, pero…

-No hay un porqué, simplemente, las cosas no iban bien y ella… ya ves.

-Oh, Dougie…

-Tom y Harry hacen lo que pueden para animarme pero… ella está tan cerca de mí…su casa está ahí y…mientras esté cerca no podré…no sé…

-Mira…Danny acaba de decirme que me vaya a vivir con él y yo he aceptado…¿querrías venirte con nosotros un tiempo? No creo que a él le importe y si le importa…bueno, iremos tú y yo, solos, donde haga falta.

-¿Harías…harías eso? ¿Dejarías a Danny por irte así conmigo?

-Haría eso por ti.

Sonrió y le abracé.

-Definitivamente, Danny ha tenido mucha suerte al dar contigo.-me dijo.

-Anda.-le revolví el pelo.-Cálmante un poco, que yo voy a hablar con Danny.

Asintió y yo fui a buscar a Danny. Lo encontré en la cocina, hablando con los chicos.

-¿Qué te ha dicho?-me interrogaron todos.

Yo les conté lo que me había dicho.

-Así que Danny, como me ha dicho que si sigue aquí no podrá soportarlo, le he dicho que podría venirse una temporada con nosotros. ¿Qué te parece?

-¡Pero Cris! ¡Yo creía qué…! ¡No padres, no Dougies, no Toms, no Harrys, solo nosotros solos, ¿recuerdas?!

-¡Claro que me acuerdo, Danny, pero Dougie nos necesita ahora! ¡Por un poco que esperemos no nos pasará nada!

-¡Pero…!

-¡Pues si no estás de acuerdo, me da igual, nos iremos él y yo a cualquier otra parte, pero no le dejaré quedarse aquí, donde está sufriendo!

miércoles, 3 de agosto de 2011

~Capítulo 24~

A la mañana siguiente, les contamos a los demás lo que Danny quería hacer.

-Así se hace Danny, así se hace…-le dijo Harry.-Ya era hora de que sentaras un poco la cabeza.

-Haber si te la voy a sentar yo a base de collejas.-le respondió este, intentando pegarle. Pero Harry le esquivó y Danny se dio contra una puerta.

Vino corriendo a enseñarme su mano malherida.

-¿Y cúando pensáis iros?-me preguntó Sara.

-Pues…en cuanto llame a mi madre y se lo cuente. Cosa, que de hecho, voy a hacer ahora mismo.

-Vale.Ve.

Les abandoné en la habitación de Dougie y ella y me dirigí a mi cuarto, pensando qué diantres le iba a decir a mi madre.

Marqué el número y esperé. Me lo cogió al tercer toque.

-¿Sí?

-¡Mami!

-¡Hija mía! ¿Qué tal? ¿Qué es de ti? ¿Cómo estás? ¿Qué tal comes?¿Bien? ¿Qué tal con tu novio? ¿Qué tiempo hace?¿Cómo está tu prima?

Me asedió a preguntas.

-Haber… yo estoy bien, como bien, Tom y Sara se ocupan de ello, mi novio, bien también, hace buen tiempo aquí en Hawái y Sara está bien también, con sus cosillas, ya sabes.

-¿Cómo? ¿Hawái?

-Sí mamá, es que Danny me ha traído. Estamos todos aquí.

-¿Sí?¿De verdad? ¡Qué majo!

-Sí, verás…hay algo que quiero decirte sobre él…

-¿No estarás embarazada,no?

-¡No, claro que no!¡Mamá!

Se oyó a mi madre reír al otro lado de la línea.

-Una nunca sabe hija. Es mejor asegurarse. Si no es eso, ¿entonces qué pasa?

-Quiere conoceros. A ti, a papá, a Alberto…ya sabes, conoceros.

-Sí hija, sé quiénes son mi marido y mi hijo. ¡Me parece muy bien! Pero, ¿cuándo venís?

-¿Cuándo quieres que vayamos?

-Mañana.Ya. Quiero verte de nuevo.

-Bueno, vale. Como quieras.

-¿Y qué me puedo poner?

-¡Mamá! Solo te va a conocer, no a salir contigo.

-Pero tengo que dar una buena impresión,hija.

-Ya la tiene, madre.

-Espera, que tu padre exige saber que pasa.

Mi madre le contó el motivo de mi llamada.

-Haber cómo es mi yerno.-oí que decía mi padre por detrás.

-¡De momento no tienes yerno!-le grité. Estos padres, siempre igual.

-Bueno hija, pues ven cuando quieras, que aquí estaremos esperándote.

-¿Tía Francisca sigue haciendo de las suyas por ahí?

-Sí, aquí esta. Dice que ella también tiene ganas de conocer a tu novio.

Un escalofrío me recorrió entera. Pobre Danny, tenía que vivir el horror de conocer a mi tía.

-Vale,vale. Pues…eso, ya iremos, ¿vale?

-¡Sí! ¡Estamos impacientes!

Y les colgué.

Dios, ¿por qué tenía que enfrentarme a esto? Ah, sí, porque Danny quería y yo quería a Danny y haría cualquier cosa por él. Ah, bien, bien.

Regresé al cuarto de Sara y Dougie.

-¿Y bien, qué te han dicho?

-Que podemos ir cuando queramos.

-¡Bien!¡Pues qué suerte! Ya había cogido los billetes para mañana.

Le miré con incredulidad. Ante todo, era un tío precavido, de eso no hay duda.

-Y nosotros nos volveremos a Londres…solos…-dijo Tom, fingiendo una pena extrema que, seguro, no sentía verdaderamente.

-¡Sí!-siguió Harry, tirándose sobre Danny.-¿Qué vamos a hacer sin vosotros?

-¡Pues nosotros vivir, claro!-le respondió Danny, mientras lo tiraba sobre Dougie y Sara le ladraba.

Reí.

Entre aquellos seres, era feliz.

Una vez en el aeropuerto, tuvimos que despedirnos de ellos, porque, lógicamente, tomábamos aviones diferentes.

-¡No,Cris!¡No quiero que te vayas!

Tom me abrazó mientras fingía llorar de angustia.

Le di unas palmaditas en la espalda.

-No te preocupes Tom, estaré aquí antes de que puedas decir Marvin.

-¡Marvin!-gritó.

Le fulminé con la mirada y nos reímos.

-Hasta la vista,Cris. Te echaremos de menos.

-Yo también te echaré de menos,Harry. Adoro eso de ir a mirar sartenes contigo.

Rió, divertido.

-¡Cris!

-¡Dougie!

Nos echamos a los brazos del otro y fingimos llorar con verdadera angustia.

-Pero mira que llegan a ser payasos esos dos…

-Eso es quedarse corto…

Finalmente, después de soltar a Dougie, me dirigí hacia mi prima.

-Bueno, Cris, que te lo pases muy bien y ya nos veremos, ¿sí?

-¡Claro! De mí no te vas a librar.

Me giré hacia Danny.

-Bueno Danny. Pues hasta la vista, majo.

Nos dimos un abrazo y nos besos.

-Eso, yo también te echaré de menos.-me respondió.

Entonces, Dougie, Harry, Sara y Tom nos gritaron:

-¡Pero si os vais los dos juntos!

-Ya, pero nos gusta hacer el tonto.

-Eso,eso.

Nos reímos.

-Bueno, pues nos vamos.

-¡Adiós,adiós!

Tom nos despidió agitando un pañuelo.

-Una pregunta Danny…¿Tom es siempre tan dramático?

-¡No lo sabes tú bien!

Los dos reímos.

Nos montamos en el avión y, una vez sentados, le agarré muy fuerte de la mano.

-¡Ey!¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?

-Oh,no,no es eso. Es solo que estoy nerviosa.

-¿Por qué,cielo?

-¿Me acabas de llamar cielo?

Sonrió.

-Sí.

-¡Te como!-dije, mientras me lanzaba sobre él.

-¡No, ah, piedad, piedaaad!-rió.

Pero cuando le dejé en paz, volvió a preguntar.

-No me has dicho por qué estás nerviosa.

-¡Ah,eso! Pues…porque no sé cómo se va a portar mi familia. No sé cuál será su reacción.

-A mí, mientras no me maten…me sirve.

-¡Tonto! ¿Por qué iban a hacer eso?

-¿Acaso necesitan una razón?

Reí.

Despegamos y nos pusimos a mirar por la ventana.

Bostecé.

-¿Tienes sueño?

-No, si te parece…¡ayer no me dejaste dormir!

-¿Cómo que no te dejé dormir? Fuiste tú quién quiso party hard…

-Ya, pero la primera.¿Y la segunda y la tercera y…?Perdí la cuenta de cuantas fueron.

Rió a carcajadas.

-Culpa no mía.

-No, si será mía. Sea de quien sea, tengo sueño.

-Pues duerme.

-No quiero, me apetece verte a ti.

-Oh.

Reí.

-Una cosa, allí en mi casa, habrá que ponerte a régimen de party hards, ¿eh?

Abrió los ojos desmesuradamente.

-¿Qué?

-Pues eso. No más party hards hasta que volvamos.

-¡No!-intentó levantarse del asiento.-¡Voy a decirles que den la vuelta!¡Hay que volver!¡Tenemos que volver!

-¡Pero Danny…!-no podía decirle nada. Me estaba partiendo en dos de la risa.

-¡Pero Cris, es que no lo entiendes! ¡Qué yo no aguanto tanto!

-¡Son solo dos días!

-¡Demasiado!

Para distraerle, cogí un periódico y comencé a ojearlo. Al rato, él también quiso y lo miró conmigo.

Cuando se nos acabó el periódico, nos levantamos y fuimos a estirar las piernas.

Llegamos hasta el baño.

Danny me miró.

Le entendí.

-No,Danny. Eso solo pasa en las películas.

-¡Vamoooooooos! ¡Por favor!

-Que no,Danny. En los baños no.

Farfulló un montón de cosas que no entendí, pero volvimos a sentarnos.

En ese avión no daban cacahuetes, pero una azafata pasó repartiendo caramelos.

A Danny y a mí no nos quiso dar porque dijo que solo eran para niños, aunque vimos como le daba un puñado a un cuarentón con un ordenador y a un abuelo sin muelas.

Un niño de unos cinco años que se sentaba detrás nuestra tenía una sustanciosa cantidad de caramelos y Danny y yo nos giramos para mirarle, le hicimos un puchero y empezamos a darle pena.

-Toma, para ti.

Y me dio cinco caramelos. Dos de limón, uno de fresa, otro de coca cola y otro de pera.

-¿Y para mí?-preguntó Danny.

-Para ti nada, no eres una chica.-le dijo el niño.-Ella sí.-me señaló.

-Uhhhhh-le dije a Danny- El chico, desde luego, no es tonto.¡Gracias!

El niño asintió, sabiendo que ya había hecho su buena acción del día.

-Anda, toma Danny, toma mis caramelos.

-¿No los quieres?

-No, si yo los quería para ti. A mí los caramelos me aburren.

Rió y me besó en la mejilla.

-¿Solo eso? Osea, me juego la vida para conseguirte unos caramelos…¿y tú solo me das un beso en la mejilla?

-Es que yo quiero darte otra cosa, pero tú no quieres…

-¡Calla!-le grité, riéndome.

Finalmente, conseguimos llegar sanos y salvos a Barajas.

Cuando salí a la calle, inspiré profundamente.

-¡Ah! Da gusto volver a casa.

Cogimos un taxi, pero tuvimos problemas porque no recordaba el nombre de la calle en la que vivía, así que le dijimos que nos llevara al Palacio de los deportes.

-Mira que no acordarte de la calle en la que vives…

-Es que nunca me he molestado en preguntar donde vivo.

Nos reímos.

El taxista, que estaba deseando librarse de nosotros, puso la radio, pero si creía que por eso íbamos a callarnos, iba listo.

Nos pusimos a hablar más alto que la radio. El taxista la subió más. Nos pusimos a gritar. El taxista también gritó, todos gritamos.

Finalmente, nos dejó tirados en la calle, a unos metros de mi portal.

-¡Eh, taxista!¡Qué no nos ha cobrado!-le grité mientras el taxista pisaba el acelerador y se perdía entre la inmensidad de tráfico de Madrid.

-Pues mira, nos ha salido gratis. Que majo, ¿verdad?

Los dos nos reímos.

Saqué las llaves que hacía tanto tiempo que no usaba y abrí el portal.

-¡Dios, qué emoción! ¡Estoy entrando en mi portal con Danny Jones!

Llamamos al ascensor.

-¡Dios, qué emoción!¡Estoy llamando al ascensor con Danny Jones!

Subimos al ascensor.

-¡Dios, qué emoción!¡Estoy subiendo en ascensor con Danny Jones!

Salimos del ascensor.

-¡Dios, qué…!

-…¡emoción! ¡Estoy bajando del ascensor con Cristina Vila!

Le golpeé en el hombro y nos reímos.

Miré la puerta de mi casa, que me devolvió la mirada con aire nostálgico.

-¿Preparado para enfrentarte a mi familia y los peligros que ello conlleva?

-¡Sí!¡Estoy listo!

-Vamos a entrar, antes de que te arrepientas…

Abrí la puerta y pasamos los dos.

Me asusté al entrar al salón y verlos a todos de pie, con una sonrisa grapada en la cara.

-Emm…hola.-dije.

-¡Hija nuestra!-gritaron mis padres.

-Mamá, papá…-agarré de la mano a Danny.-Este es Danny.

-¡Oh, pero qué mono que es!

Mi madre avanzó hacia Danny y me echó a un lado, mientras le abrazaba y le agarraba como si no hubiera mañana.

-¡Mamá, que es mío!-grité, mientras me metía entre ella y Danny y hacía palanca para que le soltara.

-Uy, pero si no quiero quitártelo, solo quiero catarlo.

-¡Mamá!

Mi madre rió.

-Hola señora.-le dijo Danny en español. Me había pasado medio avión enseñándole algunas palabras que le podrían venir bien para defenderse en mi casa, entre las cuales estaban “Hola”, “Me gusta la decoración” y “desayuno”.

-¡Oins, pero qué mono! Hola, majo. Yo soy la madre de Cris.

-Mamá, como si no se hubiera dado cuenta.

Entonces avanzó mi padre.

-Papá, pórtate bien y no le asustes.

Se dieron la mano.

La que yo tenía sujeta no, por supuesto, sino la otra.

Apareció Alberto, mi hermano.

-¡Eh, macho! ¡Pero si tú eres Danny Jones de McFly!

Danny sonrió al oír su nombre, pero no entendía ni papa y como yo le traducía lo que me daba la gana…

-¿Y esto Cris? ¿Será una broma, no?

-¡Pues claro que no es una broma, bobo!¡Es mi novio de verdad!

-¡Ala!¡Qué pasada!

-Haber, yo también quiero ver al nene…

De pronto, apareció la persona a la que menos me apetecía ver en el mundo mundial.

Tía Francisca.

Llevaba una bata, sí, una bata en verano, de punto con unos zapatos naranjas brillantes. Horrible y abuelada a más no poder.

-Y bueno Danny…esta es mi Tía Francisca, la madre de Sara.

Danny procesó la información.

-Entiendo.

-Yo no. No sé cómo pueden ser familia…

Rió.

La tía Francisca se acercó y empezó a tirarle de los mofletes a Danny. La gruñí, pero no se inmutó.

-Está muy delgado, ¿eh,Cris? Pero eso cambiará cuando pruebe mi potaje de pescado.

No pude reprimir una mueca de asco. Esa comida era la especialidad de tía Francisca…para hacernos potar. Ni loca iba a dejar que Danny probara eso.

Por fin, tía Francisca soltó a Danny y nos dio la espalda, volviendo a sentarse en su sillón enfrente de la televisión, donde ella y mi madre veían patéticas telenovelas.

-Y además, tiene cara de estar necesitado. No le das lo que necesita, niña.

Hice ademán de lanzarme contra ella, pero Danny me sujetó.

-¡Déjame!¡Déjame, que yo la cojo…y no sé que la hago, fíjate lo que te digo!

Todo esto en inglés, claro. Mi familia no se enteraba de nada. Ventajas de saber idiomas, supongo.

Suspiré.

-Venga, ven. Te enseñaré mi habitación.

Me siguió a través de mi casa.

Le fui indicando las partes que consideré importantes, las que no…supuse que ya las descubriría él por su cuenta.

-Oye, perdona lo de tía Francisca…no sabe lo que dice. Me tiene un odio tremendo.

-Pero si no ha dicho más que verdades.¡Mira cómo sabía lo de…!

No pudo completar la frase, puesto que le pisé un pie.

Entramos en mi cuarto.

Kate estaba tumbada en mi cama.

-¡Kate, amor mío!-grité mientras me tiraba a abrazarla.

-Creía que ese era yo.

Le saqué la lengua a Danny.

Después de sobar a Kate, esta se fue a Danny y empezaron a jugar.

Cuando me cansé y me entró envidia, me puse a jugar con ellos. Era divertido. Danny le había enseñado a jugar a piedra, papel o tijera…y Kate siempre sacaba piedra y a veces nos ganaba.

-Mira, Danny, quiero enseñarte algo.

Me dirigí hacia la ventana, él tras mí.

-¿Ves ahí dónde está esa farola y esa papelera?

-Sí.

-Ahí fue donde te vi por primera vez, desde aquí. Y donde te esperé incansable cuando te fuiste.

Danny me abrazó.

-Te quiero.

-Yo más.

-Yo más…vamos, que yo me quiero más que tú, digo.

Le pegué un puñetazo en el hombro.

-Idiota.

Y le besé.


Bueno, quería decir una cosilla. Ya sé que el capítulo es un poco mierdas, pero ¿qué podía hacer? ¡Sí me habéis obligado a escribir! Bueno, que eso no es lo que quería decir.

Ha llegado a mis oídos que una lectora incansable de mis novelas, llamada Elenica Lovemcfly, anda un poco decaída por una situación. Solo quería decirla que aquí nos tiene a mí, a Cris (que, al fin y al cabo, soy yo xD), a Danny, a Dougie, a Sara, a Harry, a Tom, a Kate e, incluso a Tía Francisca (reconocelo, va, si sé que es tú personaje favorito de la novela JAJAJA) para lo que quiera, que estamos para apoyarla y para lo que sea.

Me parecía especial hacerle una mención aquí, ya que según ella me ha dicho le gusta mucho la novela y bueno... a mí me gustaría que alguien lo hiciera, ¿entonces por qué a ella no le gustaría? Solo he tenido que usar mi brillante lógica (que de brillante tiene poca, pero bueno...si alguien ve mi lógica, shine a light on her y luego me pasaré a buscarla).

¡Bueno, querida Elenica! Te quiero <3 Pero no lo digas muy alto, que si se entera Danny, se piensa cosas que no son ... JAJAJAJA (;