lunes, 20 de junio de 2011

~Capítulo 9~

-Me bajo abajo, que la pobre Sara está sola.

-Vale.

Y Dougie se fue con sus cantos a otra parte.

Me cambié, poniéndome algo cómodo y bajé abajo, donde se oía a Dougie y a Sara.

-¡Sara, tengo hambre!

-Pues ahora desayunas.

-Pero es que ahora es dentro de mucho. ¿Quién te dice que dentro de mucho tendré hambre? Yo quiero comer ya.

Sara no podía contestar de la risa.

-¡Ah, Cris! ¿Ya estás lista?- dijo Doug al verme.

Asentí.

-¡Pues venga, vamos a desayunar!

Salimos todos de casa más contentos que unas castañuelas.

-¡Aiho, aiho, vamos a desayunar!- cantaba Dougie, feliz.

Entramos en la casa de los chicos. Era como la nuestra… solo que sin cuadros de gatos montañeses y ambientada a su manera.

-¡Buenos días, señoritas!

-Buenos días, Harry.

Nos dio un abrazo a cada una.

-¡Desayuno, listo!- se oyó gritar a Tom desde la cocina.

-Pasemos, pues.

Entramos en la espaciosa y pulcra cocina de Tom.

-¡Ey, muy buenos días!

Nos sentamos en la mesa.

-¿Y Danny?-pregunté.

-Ha ido a por el periódico.

-Sí, dice que leerlo es una buena manera de perder el tiempo.

-¿Qué decís de mí por ahí?-dijo Danny entrando en la cocina.-¡Eh, buenos y brillantes días!

-Lo mismo, Danny.

Se sentó a mi lado. ¡Jolines!

-Y bueno… ¿qué tal habéis dormido?

-Bien… hasta que alguien mandó a Dougie a despertarme.

Danny y Dougie chocaron los cinco.

Tom colocó una fuente con tostadas y bollos, nos dio mermelada y mantequilla y nos sirvió a todos batido de mantequilla de cacahuete.

-Hecho expresamente para vosotras.-nos dijo Tom muy alegre.

Nosotras miramos con desconfianza el vaso de batido.

Danny y Harry hacían gestos de negación, avisándonos de que no se nos ocurriese probarlo.

Me lo llevé a los labios y bebí.

-¡Ey, pues sabe bien!

-¡Deliciosamente bien! Tom, ¿me ensañarías a hacerlo?

-Cuando quieras, Sara.

Danny y Harry pusieron cara de abatidos.

-Dougie… ¿Cuántas tostadas te has comido?-preguntó Sara.

- Cuatro y sumando.

Todos nos reímos.

Acabamos de desayunar y empezaron una interesante conversación sobre el calentamiento global.

-Si me disculpáis…- dije levantándome- Tengo que irme.

Danny me agarró del brazo.

-¿No te quedas más?

-Emmm…n-no. Prometí llamar a mis padres hoy por la mañana.

Me soltó.

-Ah, vale.

-Nos vemos más tarde.-dijo Sara.

-¡Claro! Adiós, chicos.

-¡Sayonara!

Una vez en casa, subí a mi cuarto y me senté en el alfeizar de la ventana, con el móvil en la mano.

-¿Sí?- mi madre me cogió el teléfono.

-Hola, soy yo.

Y le conté que tal el vuelo y eso.

-Muy bien, hija. Llámanos si surge cualquier cosa.

-Lo haré.

Y colgué.

Pues haber qué hacía yo ahora hasta la hora de comer.

¡Una ducha! Sí, me ducharía.

Cogí mi ropa y me dirigí al baño.

¡Oh, había bañera! Miré el reloj. Sí, tenía tiempo de darme un señor baño.

A la hora, cuando me cansé, salí, me vestí y me tumbé sobre la cama. Cogí el libro de Crepúsculo y me puse a leerlo.

Como a las dos y media, Sara volvió.

-¡Pero bueno! ¿Cómo es que te han retenido tanto tiempo?

-Estuve charlando con Dougie.

-¿Charlando…o ligando?

Me pellizcó.

-Hemos quedado para más tarde.

-¿Para hacer qué?

-Cosas.

-Con el secretismo no vas a ninguna parte.

-Solo vamos al centro comercial.

-¿A qué?

-¡Supongo que a tomarnos algo, que sé yo!

-Vale, vale… ¿Y yo qué hago?

-No sé, búscate la vida.

-Puff.

Comimos y nos sentamos a ver la tele.

Como a las cinco, Dougie se presentó en casa.

Yo abrí.

-¡Dougie! ¿Cómo está mi despertador favorito?- pregunté mientras le daba un abrazo.

-Bien, jaja.

-S se está arreglando, ahora baja.

-Otra como Danny.

-Sí, estamos rodeados.

-¡Nos atacan!

-¿Qué decís, locos?

Sara bajó las escaleras, vestida con una sencilla camiseta y unos vaqueros cómodos.

Dougie y yo la aplaudimos.

-Bueno…nos vamos.

-¡Adiós,Cris!

-¡Tráeme a mi prima de vuelta sana y salva, Dougie!

-¡Descuida!

Y cerraron la puerta tras ellos.

Me tiré sobre el sillón.

-¡Jesúuuuus!¿Y ahora yo qué hagooo?

Llamaron a la puerta. Pensé que sería Sara que se le había olvidado algo. Abrí.

-¡Ah, Harry! ¿Cómo tú por estos lindos parajes?

-Pues… ya ves, las vueltas que da la vida.

Sonreí.

-¿Quieres pasar?

-Claro.

Fuimos al salón y nos sentamos en el sillón.

-Vienes en buen momento, me había quedado más sola que la una.

-Sí, lo sé y quería preguntarte si querías dar una vuelta.

-¡Claro! Voy a cambiarme.

-Aquí espero.

Subí a la carrera y me puse un sencillo vestido de verano de flores. Miré la foto de Danny y yo, encima de la mesita. La cogí y la tapé.

-Haber venido tú antes…no te digo.-le dije.

Bajé corriendo las escaleras.

-Ya estoy.

-¡Vaya! No tenías por qué arreglarte tanto, solo es un simple paseo.

-No me he arreglado, tan solo es un simple vestido de verano.

Me reí.

-Pues si estás lista, nos vamos.

Salimos afuera y echamos a andar.

-Oh, Harry gracias.

-¿Por qué?

-Esta es la segunda vez que me salvas. Primero de Danny y ahora de un aburrimiento seguro. ¡No sé cómo agradecértelo!

-Bah, no tienes por qué hacerlo. Me siento bien librando a la gente de Danny y ahora también estoy bien.

Sonreí.

-Vale.

En ese momento, Harry tropezó con unos cubos de basura y cayó al suelo entre un estrépito tremendo.

-¡Gamberros, sabandijas!

Una abuela en camisón, con rulos, miles de rulos en el pelo salió de una casa.

Blandía peligrosamente un rodillo.

-¡Vándalos, hijos de mala fe!

Agarré a Harry de un brazo y le ayudé a levantarse.

-¡Corre, tiene un rodillo!

-¡Huye, corre, corre!

Salimos corriendo, riéndonos de la anciana.

-¡Sí, huid, huid, malditos!

Tanto corrimos que llegamos a una especie de parque. Me detuve y puse las manos en las rodillas.

-¡Uff, jaja!

Harry estaba a mi lado, riéndose.

-¿Le viste la cara a la abuela?

-¡Tenía rulos!

-¡Y un rodillo!

-Que cosa más espantosa. Si algún día llego a esa edad, júrame que no me dejarás hacerme eso.

-Lo mismo digo.

-Si es que aún te queda pelo para ello…-me reí.

-Ey, mira- dijo señalando al parque- ¿Entramos? Nunca lo había visto.

-¿Vives aquí y no sabías de la existencia de este parque?

-Paso mucho tiempo fuera.

-Es cierto.¡Vamos!

Entramos.

-¡Uy, un balancín!- le agarré de un brazo y lo arrastré.-¡Vamos a montar!

-Pero…

Me monté en un extremo y él en otro… y me quedé volando.

-Esto no baja.

-Intenté decírtelo.

Nos bajamos, ya que aquello no funcionaba como pensábamos.

Corrí a sentarme en una silla de esas que te balanceas.

Harry se sentó en la de al lado.

-Wii, wii…uy, que mareo.-dije.

Harry rió.

-¿Y ahora en qué montamos?

-No paras, ¿eh?

-Es que hacía mucho que no montaba en unos columpios.

Divisé un tobogán.

-¡Vamos Harry, nos espera un tobogán!

Nos tiramos una, dos, treinta veces…

-Pues vaya parque, solo tiene tres columpios. ¿Y no hay niños? No es que me agraden, pero… bah, estamos mejor sin ellos.

Asintió.

-¿Te apetece que nos sentemos en la hierba?- dijo señalando un jardín que rodeaba el parque.

-¡Claro, vamos!

Él se tumbó primero. Yo después, apoyando la cabeza en su pecho.

-Me gusta esta almohada.

Harry rió.

-Mira…- señaló al cielo.- Esa nube se parece a Dougie.

-A mí me recuerda más a Tom.

-Tienes razón, tiene mucha barbilla.

Le pellizqué un brazo.

-¡No seas malo con tú amigo!

-Au.

Me reí.

-Creo que me va a gustar mucho este verano. No echo para nada de menos España.

Nos quedamos un rato en silencio.

Cogí su mano y empecé a juguetear con ella.

-¿En qué piensas?- le pregunté.

-En Danny.

-Danny…-repetí.-¿Por qué?

-Pensaba en lo raro que está últimamente….

-Asique tú también te has dado cuenta.

-…cada vez que tú estás cerca.-finalizó.

-Bah, casualidades.

-No sabría qué decirte…llevo mucho tiempo con él, y creo conocerlo bien. Algo le pasa.

-Nada grave, espero.

-¿Por qué no te llevas bien con él?

-Sí me llevo bien con él.

-No, eso no es cierto. Te llevas bien con Dougie, con Tom y conmigo. A Danny ni siquiera le hablas.

-…

-Y no está habituado a que las chicas no le hablen.

-Hum. Danny es… raro. Me pone nerviosa. Con vosotros estoy bien porque estoy tranquila…pero es ver a Danny… y no puedo soportarle. Es superior a mis fuerzas.

-Quizás deberías intentar hablar con él.

Con la mano que le quedaba libre me apartó un mechón de pelo rebelde de la cara y me lo colocó tras la oreja.

-Ya lo intenté ayer… acabé largándome con un enfado monumental.

-Yo creía que acabasteis en abrazo.

-Se lo di porque os di otro a todos vosotros y no me parecía justo dejarle a él sin nada.

-Se os veía bien juntos.

-No eres el primero que lo dice.

-Vaya, siempre se me adelanta alguien. Pero es cierto.

Le apreté la mano más fuerte.

-Esto no me gusta. Él es Danny Jones y yo solo soy una niña pequeña y estúpida…

-Eso no es cierto, y lo sabes. Además, no te dejes intimidar por ese aspecto de durillo que tiene… por dentro, es más sensible que Dougie.

-Hablamos de él como si fuera una especie de cuento, pero esto es la vida misma.

-Hum…creo que deberías volver a hablar con él.

-Quizá…

-Estoy seguro.

-Pues si eso es lo que quieres, lo haré. Hablaré con él.

-¡Gracias!

-Quizá deberíamos volver ya…empieza a refrescar.

-Tienes razón.

Nos levantamos y me pasó un brazo por los hombros.

-¿Mejor?

-Sí, gracias.

Volvimos con cuidado de no despertar de nuevo la ira de la abuela con rodillo. Con éxito en nuestra misión, llegamos a casa.

-Hemos llegado con vida.-dijo Harry cuando llegamos a la verja de entrada.

-¡Sí! Gracias Harry, me he divertido mucho. ¿Repetimos otro día?

-Cuando quieras.

Sonreí.

-¡Eh, hola!

Nos giramos.

Sentando en el porche, con la guitarra entre las manos, estaba Danny.

-¡Hola, Danny!

-¡Eh, Harry! ¿Qué tal, Cris?

-Bien, Danny, gracias.

-Habla con él.-me susurró Harry.

-Ahora no.

-Como quieras, pero habla con él.

-Sí.

Le di un beso en la mejilla. Abrí la verja y entré en mi jardín.

-¡Eh, Harry tío, ¿y eso?! ¿Qué me he perdido?

-Muchas cosas, Danny, muchas cosas.

Entré en casa.

Sara ya estaba allí.

-¡Criiiis!-vino saltando hacia mí.-¿Qué tal, dónde estabas?

-Nada más irte, vino Harry y nos fuimos a dar una vuelta.

-¿Con que Harry, eh?- enarcó las cejas.

-Sí, bueno… ¿y qué tal con Dougie?

-¡Genial! Es el chico más divertido que he conocido.

-Me alegro, S.

-Yo también. ¿Quieres cenar algo?

-Creo que con un sándwich me irá bien.

-Marchando dos sándwiches.

Subí a cambiarme y me puse el pijama.

Bajé al salón y allí me esperaba Sara, con una bandeja, unas patatas fritas, unos sándwich y Coca cola.

-¡Fiesta de chicas!-exclamó.

Estuvimos hablando de todo lo que habíamos hecho ese día. Le conté lo de los columpios y eso, aunque me guardé para mí la charla sobre Danny.

Cuando nos cansamos de hablar, subí arriba.

Cogí el marco con la foto de Danny y yo y me asomé por la ventana. Curiosamente, ese individuo seguía tocando en el porche canciones con su guitarra.

Se acabó, esto me estaba matando.

Me giré y coloqué correctamente el marco, bajando corriendo las escaleras. Atravesé el recibidor a toda prisa.

-¡Eh! ¿Adónde vas?-preguntó mi prima.

Salí por la puerta.

-¡Danny!-le grité-¡Danny, tenemos que hablar!

Él se levantó y dejó la guitarra en el porche.

Sin querer esperar más, salté el muro que separaba su casa de la nuestra y le abracé con fuerza.

-¡Danny!-grité. Y le abracé más fuerte.

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