viernes, 24 de junio de 2011

~Capítulo 11~

Después de comer, los chicos se marcharon.

Yo me tiré en el sillón, dispuesta a pensar.

-¿Cris, no estás nerviosa?- preguntó Sara.

-¿Debería estarlo?

-Pues sí, teniendo en cuenta que vas a cenar… ¡con Danny Jones!-dijo, poniéndole énfasis al nombre.

-¿Y qué? Ya he cenado con él varias veces, ¿no te acuerdas del primer día?

Puso los ojos en blanco.

-¡Me refería solos, tonta!

-Ah, pues haber especificado. Hay que tener un máster para leer entre líneas…

Me tiró un cojín.

-¿Ya sabes lo que te vas a poner?

-No tengo ni la menor idea.

-¿Quieres que luego te ayude a elegir?

-Claro. Gracias.

La tarde se me pasó enseguida.

-S, me voy a duchar.

-¡Vale! Pero no tardes. No hagas esperar al pobre muchacho.

La fulminé con la mirada.

Me duché y, con la toalla enrollada fui a mi habitación, donde Sara me esperaba.

-Haber, vamos a ver que tienes…-dijo, abriendo mi armario.

-Necesito comprarme ropa…

-Pues dile a Danny que te acompañe.

-No voy a torturarle de esa manera.

-Tú verás… ¡Oh, mira! ¿Qué te parece este vestido?

-Me lo puse con Harry el otro día, S.

-Oh, bueno, vale… ¿Y esta falda?

-Voy enseñando todo el culo con ella.

-Bueno… ¿y qué problema hay? Vas a ver a Danny… ¿no?

-Tú estás pidiendo a gritos una colleja…

-¡Vale, vale, jo! Yo solo intento ayudarte…-dijo, fingiendo estar dolida.

Finalmente, nos decantamos por un vestido normal, azul, de escote palabra de honor, que se cortaba un poco más arriba de las rodillas.

-¿Qué tal estoy?- pregunté, mientras me paseaba por la casa para que S opinara.

-Muy guapa, Cris.- dijo Dougie.

-¡Dougie! ¿Qué haces aquí?-pregunté.-Ah y gracias por mentirme, supongo.

Rió.

-He venido a hacer compañía a Sara mientras tú te vas.

-¿Tú…y Sara…solos en una casa? Jojojo ¿qué debo pensar, eh?

-¿Y tú y Danny solos en otra, eh, eh? ¿Qué debo pensar yo?

-Touché. Me inclino ante tú maldad, Dougie.

Este río.

En ese momento, S apareció.

-Me encanta como te queda ese vestido, Cris.

-¡Gracias, S!

Sara y Dougie se miraron. No sé cómo, pero notaba que allí sobraba.

-Emm…esto…será mejor que me vaya. No me gusta hacerme esperar.

-Sí, ya puedes ir yendo para allá. Danny está que se sube por las paredes.

-Eres más exagerado, Dougie…

Me imaginé la imagen de Danny en la pared. Me reí.

-Bueno, que me voy. Pasároslo bien en mi ausencia.

-¡Sí!

-¡Siempre!

Este último era Dougie.

Cerré la puerta tras de mí y salí fuera de nuestra casa.

Abrí la verja de entrada de los chicos y me detuve frente a su puerta. Ahora que me paraba a pensarlo, sí que estaba nerviosa, aunque no sabía por qué.

Llamé.

Un “¡Voy!” me avisó de que Danny venía.

Me abrió la puerta.

-Uououou, perdona, pero si vas a la pasarela Cibeles, te has equivocado de lugar.

-¡Danny!- dije, sonriendo.

Él sí que iba guapo, con una camiseta blanca con rayas azules y esos vaqueros que solía ponerse él que le quedaban…bestiales.

-Oh, pero no te quedes ahí, pasa, pasa.

Le hice caso y entré.

-Por aquí-dijo, mientras me cogía de un brazo.

Me llevó hasta el comedor.

-¡Oh, pero si has puesto velitas!

Era cierto.

En la mesa había velas, dos platos, dos vasos, cuatro cubiertos… ¡y hasta un jarrón con flores!

-Sé que es muy tópico, pero…

Le miré. Me salían estrellitas de los ojos.

-¡Siempre había querido una cena así! Las había visto en las películas… ¡y ahora yo tengo una!

Le abracé.

-¿De verdad?

-¡Sí!

-Pues espero no estropearte tú ilusión cuando te diga qué hay de cena…

-¿Qué hay de cena, Danny?

-Pizza.

-¿Pizza?

Asintió.

-Sé que…

-¿Te he dicho alguna vez que me encanta la pizza? Si por mí fuera… solo comería pizza, pero ya sabes lo que dicen los médicos de comer verduras y todas esas patrañas…

Rió.

-Hay otra cosa…

-¿Qué?

-La pizza hay que hacerla nosotros. Tom hoy compró para hacer la masa y todo.

Me reí

-Pobre Tom…siempre le toca a él.

-Sí.

-Bestial. Vamos a hacer esa pizza, entonces.

-Tranquila, he estado toda la tarde leyendo los libros de cocina de Tom…

-¿Para una simple pizza?

-Sí.

Me reí a carcajadas.

Fuimos a la cocina.

-Haber, lo primero es la harina…

-Sí…

Lo fue sacando todo y dejándolo sobre la encimera y la mesa.

-¿Y ahora?

-Ahora hay que abrir la harina.

-Tiene sentido.

-¿Y ahora?

-Hay que echar agua y…- me lo explicó.

-Vale. Creo haberlo captado.

Me puse a ello.

De repente, Danny me puso una mano llena de harina en la cara.

Se empezó a reír.

-Sabía, es que sabía, que lo ibas a hacer.-le dije.

Entonces le puse yo mis dos manos en su cara.

-Toma.

-¡Oh! No me esperaba esto.

-Para que veas.

Cogí un trapo y me limpié.

Cuando me giré para mirarle, estaba haciendo un puchero.

-Anda, ven.

Le cogí de la barbilla y le limpié la cara.

-Pero no te acostumbres, ¿eh?

-Descuida.

-Esto ya está.

-Ahora tienes que amasarla.

-¿Y tú qué haces mientras?

Cogió una silla y se sentó con el respaldo por delante. Apoyó los brazos en el respaldo y apoyó también la cabeza.

-Mirarte.

-Ah, bien, bien.

Me puse a intentar amasar la masa bajo la atenta mirada de Danny.

-Creo que no lo estoy haciendo bien…

-Claro que lo estás haciendo bien.

-No sé yo…

-Haber…

Se levantó y se puso detrás mía. Pasó sus brazos por debajo de los míos y colocó sus manos encima de las mías.

-Hazlo otra vez.

-Bien.

Repetí el mismo movimiento que estaba haciendo.

-Está perfecto. Puedes parar.

Me despegué de él como pude y me senté.

-Ale, te toca a ti.

-Bien, lo más fácil.

-Lo más fácil lo tengo yo, que es mirarte.

-Cierto, muy cierto.

Hablamos mientras Danny hacía uso de sus conocimientos sobre la pizza.

-Bueno…esto ya está. Solo hay que meterla al horno y listo.

-Bien.

Lo hizo.

-En veinte minutos estará.

Le sonreí.

Se sentó a mi lado.

-¿Dónde están Harry y Tom?

-Se han ido al cine.

-¿Los dos solos?

-Decían que necesitaban una tarde para ellos solos.

-Bueno… ellos verán.

Rió.

-Me pregunto qué tal les irá a Sara y a Dougie…

-¿Por?

-Porque, prácticamente, me echaron de casa. Se les notaba a la lengua que querían estar solitos.

- Entonces creo que debemos pensar que están haciendo…

- Cosas buenas.

-Sí…cosas buenas.

Sonreímos a la vez.

Jugamos entonces al juego ese de mirarse a los ojos y quien se reía, perdía, hasta que el horno nos avisó de que la pizza ya estaba.

-¡He ganado!-dijo Danny.

-He perdido todas las veces…-dije, con voz de amargura.

- Tengo mucha práctica jugando a esto…-dijo mientras se levantaba.

-¿Ah, sí? ¿Contra quién jugabas?

-Contra mí mismo en el espejo.

Me reí a carcajadas.

-Y será verdad…

-Preguntáselo a Tom, sino me crees.

-Lo haré.

Se dio la vuelta y me tendió una mano.

-¿Vamos al salón, pues?

-Vamos- dije, dándole la mía.

Fuimos al salón y me encaminé hacia una silla.

-Un momento- dijo, mientras echaba hacia tras la silla para que me pudiera sentar.

-Vaya, gracias. No sabía yo que eras un caballero…

-Sí, de la orden de Merlín.

Volví a reírme.

Se fue y volvió, con la pizza cortada y todo.

-¡Oh, pero si la has cortado y todo!

Sonrió.

-¡Hombre! Pues claro.

Se sentó y empezamos a hablar.

-Pues… yo voy a coger un trozo, sino te importa.-dijo. Lo mordió.-¡Quema!

Me reí de él.

-Pues sopla.

-Ya, claro, ahora…

Miré las velas.

-Me gustan las velitas.

-A mí también. No veas lo que me ha costado encenderlas. Cada vez que las encendía, venían Tom y Harry y las apagaban.

-¡Qué malos!- dije, riéndome.

Empecé yo también a comer.

-¿Te comes la pizza con cuchillo y tenedor?-me preguntó.

-Sí, yo casi todo me lo como así.

-Y yo aquí, con las manos…

-Pero si da igual. Mientras que no hagas como mi hermano, que cogía el queso de la pizza y me lo pegaba en el pelo…

Rió.

-Me gusta esa idea.

-Te corto las manos como te atrevas a intentarlo.

-De repente, se me han quitado las ganas.

Sonreí.

-Asique tienes un hermano.

-Sí. Me saca de quicio. Es cuatro años menor que yo y, sin embargo, me saca una cabeza. Es desquiciante.

-Jajaja.

-Echo de menos a Kate. Alomejor la llamo mañana por teléfono.

-Haces bien.

-¿Hago bien en hablar con un perro por teléfono? Vaya, y yo que pensaba que estaba cuerda…

Hablamos sobre tonterías, ya que eso se nos da bien. Cuando terminamos de cenar, metimos los cacharros en el lavavajillas y volvimos al salón, entre chiste y chiste.

Danny se abalanzó sobre la cadena de música.

-¿Qué haces?

Puso música.

-Vamos a bailar.

-Te aviso, yo no sé bailar. Soy la personificación de la patosidad.

-Patosidad… ¿eso existe?-preguntó, sonriendo.

-No creo.

-Bailar, bailar.

-Vale, si quieres, bailamos.

-¡Bien! Primero, algo rápido, para hacer el cabra.

-Ah, ¿pero que no hacemos eso siempre?

Le oí reírse mientras buscaba una canción adecuada.

-Esta.

Era una canción rápida.

Él se puso a hacer el mono, yo imité a un papagayo, después, hicimos el pingüino, el flamenco, la cabra montesa, el Dougie, la paloma, la cobra y hasta el gamusino.

-Y ahora, una lenta.

Una música lenta y relajante empezó a sonar.

Me agarró de la cintura y yo le pasé los brazos por el cuello.

-Gracias por invitarme a cenar.-le dije.

-Gracias por hacerme la cena.

-Técnicamente, la hicimos los dos.

-Es cierto.

-Estaba muy buena.

-Hay que quedar para hacer más.

-Quedar para hacer pizzas…puede ser un nuevo hobby.

-Sí.

Puso mi frente sobre la mía, después, me agarró la cara con las dos manos.

Le agarré las muñecas con las mías.

-¿Cómo…? ¡Tienes un ojo verde y otro azul! Es una pasada. ¿Cómo no me di cuenta antes?

Sonreí. Menos mal que solo era eso.

-Porque es depende de la luz. A veces se nota más, a veces menos.

-Son preciosos.

Bajé la vista hacia abajo.

Me levantó la cara y volvió a poner su frente con la mía.

Intenté que no se notara…pero empecé a hiperventilar.

Se acercó más a mí y…

-¡Uff, que cansancio!-dije, mientras me dejaba caer sobre el sillón. La canción se había acabado.

-¿Estás cansada?-dijo, mientras se sentaba a mi lado.

-Un poco…amasar esa pizza me ha destrozado los riñones.-exageré.

-¿Sí? ¡Oh, pobrecita! La invito a cenar y la exploto trabajando. ¿Puedo hacerte un masaje para compensarlo?

-¿Tú…a mí?

-Anda, claro, ¿quién sino?

-Hum…¿tú, eh?...hum…¡vale! ¿Cómo me pongo?

-Pues túmbate así.

-Vale.

Me tumbé boca abajo sobre sus piernas.

-¡Qué voy! Pero antes…¿me permite?

Reí.

-Como la primera vez. Permiso concedido.

-Entonces, bien. Gracias.

Sentí sus manos sobre mí espalda. Las esperaba ásperas, pero me había equivocado. Me relajaban.

Le oí hablarme…¿o quizás estaba cantando? No sé, yo estaba muy relajada. Cerré los ojos para relajarme más y llegó un momento en que no oí nada más.

3 comentarios:

  1. OOOOOOOOOOOOOOH QUE MONO POR DIOS! TIA MENUDA AGUA FIESTAS EL QUE TE IBA A BESAR Y TU VAS Y TE SIENTAS ¬¬ EL SIGUIENTE :D (LL)

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